Liga Santa
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         En la Historia se denominó "liga" a los pactos establecidos entre Reinos o Estados para defenderse o conseguir objetivos militares o políticos. Son muchas las que se han dado a los pasados siglos, desde las antiguas (Liga aquea, liga lombarda) a las modernas (Liga árabe).
   Algunas se conocen en la Historia con el calificativo de "santas" por haber sido protagonizadas por la Iglesia en cuanto "Estado pontificio" o por haber participado el Papa, en cuanto señor terreno.
      - La "Liga santa" promocionada en 1495 por Fernando el Católico de España, contra Francisco I, a fin de evitar que Francia dominara en Italia, estuvo formada por España. Milán, Venecia, Los Estados del Papa, y Austria.
      - La Liga Santa de 1511 a 1514 formada por el Papa, España, Venecia contra Luis XII renovó la intención defensiva de Italia.
      - La liga Santa, o de Lepanto, fue la que concordaron los reinos cristianos (el Papa, Venecia, Felipe II) contra el Imperio turco por sus continuas agresiones. Condujo a las armas cristianas a la Victoria de Lepanto el 7 de Octubre de 1571 y al dominio del Mediterráneo.
     - La última Liga que lleva el nombre de Santa fue la organizada durante las guerras religiosas de Europa entre 1576 y 1594 y se organizó en Francia entre la familia de los Guisa y Felipe II de Espa­ña contra Enrique IV y sus aliados. Al abjurar el rey y hacerse católico (París, bien vale una misa), la mayoría de los firmantes lo aceptaron como rey y la liga se disolvió.
     No resulta fácil entender en los tiempos actuales el carácter sagrado que se atribuía a estos pactos entre cristianos, pues se trata al fin y al cabo de acuerdos que tenían más de políticos y militares que de defensa de la religión. Pero la Historia es pródiga en estas alianzas.
    Y cuando se trata de explicar estos hechos en la formación religiosa, sobre todo de jóvenes, conviene diferenciar bien lo que son los intereses huma­nos de los espirituales y hacer entender los hechos en el contexto de la historia. No es fácil la empresa, pues fácilmente se despierta actitudes despectivas y críticas inmotivadas.